Unificación y Reunificación de Alemania. Aspectos políticos, culturales y económicos. Similitudes.
“Wir sind das Volk”, “Wir sind ein Volk”
(«Somos el pueblo», «Somos un pueblo», pancarta de los manifestantes RDA 1989-1990).
Este lema en las fechas alrededor de la caída del muro refleja lo que ha sido el espíritu de
los pueblos germánicos en los últimos dos siglos: unidad de cultura y raíces. Los estados y
pueblos germanos han vivido en estos años numerosos cambios políticos con un gran impacto en
las estructuras europeas. La unificación y reunificación alemana de los siglos XIX y XX
comparten elementos de liderazgo junto con aspectos culturales, políticos y económicos. El
liderazgo es el elemento cohesionador e impulsor de una serie de aspectos que por sí solos no
hubiesen provocado los procesos de unificación.
El aspecto cultural siempre ha existido. El elemento principal es el término Nación, tal y como
ha aparecido en las sesiones de Identidades Culturales Europeas: "Conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, ..., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio” (Hidalgo, Velasco, 2018)
Las dos Alemanias comparten unas raíces comunes a lo largo de los siglos desde las tribus germanas
independientes del Imperio Romano, a la unificación de Alemania tras la caída del muro.
La variabilidad de fronteras y de pueblos durante la historia no impide reconocer un núcleo fuerte
en torno a ello y, sobre todo, a una lengua (el alemán es la lengua oficial del país, además de en
otros países y territorios) y a una religión (católicos y protestantes superan el 60%). Estos lazos
cumplen con la definición que veíamos anteriormente de nación: origen étnico, vínculos históricos,
culturales, religiosos, mismo idioma y comparten un territorio.
Cremades y Wydra (1995) lo formulan en esta línea cuando se plantean «Alemania: ¿una nación?» dentro de su escrito El proceso de Reunificación alemana: consecuencias para Alemania y Europa.
«Tras la caída del "muro de Berlín", el sentimiento nacional común se ha acentuado notablemente, ya que el sentido colectivo de índole nacional-cultural ha sido "más fuerte que cualquier construcción
social-racionalista"
En cuanto al aspecto político, la unidad no siempre ha sido tal. Tras la caída del Sacro Imperio en 1806 son varios los intentos de unión (Confederación del Rin, Confederación Germánica y Confederación Alemana del Norte, pero la lucha entre Austria y Prusia por el liderazgo dinamitó esos intentos y desembocó en la guerra de 1866 cuya victoria junto con la guerra franco-prusiana de 1870 permitieron la proclamación del Imperio en 1871.
En el siglo XX la Guerra Fría marca la actuación política en relación con la situación alemana. La
construcción del Muro de Berlín y doctrinas políticas en las que cada país negaba la existencia del otro son dominantes en esos años. El acercamiento empieza con la denominada Ostpolitik impulsada por Brandt, y que permite llegar al reconocimiento diplomático de los dos Estados (1972). Pese a todo, ambos países mantienen una idea similar de nación alemana a lo largo de esos años, recogida en sus Constituciones y Leyes Fundamentales.
El aspecto económico ha sido relevante en ambos procesos, a partir de un motor económico que impulsa el bienestar de la zona. En el s. XIX es el Zollverein, la Unión Aduanera de los Estados de Alemania (1834). Permite el crecimiento de la zona, refuerza el poder de Prusia y propicia el acercamiento político de los Estados intervinientes. La Unión ayuda al desarrollo de una economía capitalista e industrial y fomenta el comercio internacional. Prusia establece un modelo de crecimiento basado en la industria, liberalismo económico y el comercio.
Como ya se ha mencionado, los problemas económicos de la RDA fueron uno de los elementos que propiciaron movimientos populares a lo largo del país. La economía de la RDA tenía en la RFA uno de sus motores:
el comercio interalemán tiene una importancia muy distinta si se comparan entre sí. Así, mientras que dicho comercio supone para la Alemania Oriental casi el 12 por 100 de su comercio exterior global, para la Alemania del Oeste apenas alcanza el 1 por 100 de sus intercambios comerciales totales (Fernández, 1990)
La perestroika de Gorbachov y su efecto en Polonia y Hungría producen en la RDA «un clima caracterizado por una resistencia a los cambios que podría considerarse, como algún autor ha afirmado certeramente, proporcional a los progresos de la perestroika» (Fernández, 1990)
El último aspecto, pero quizás el más importante, es el liderazgo. En los dos siglos hay un líder político que ve el momento oportuno para la unión de las piezas. Con Bismarck, primer ministro de Prusia desde 1862, se establecen una serie de políticas tendentes a fortalecer la posición de Prusia: refuerzo del Kaiser Guillermo, un gobierno conservador y autoritario, desarrollo de la industria y, sobre todo, potenciación del ejército. Todo ello debidamente manejado por Bismarck permite provocar las guerras con Austria (1866) y Francia (1870) para llegar a enero de 1871 y la proclamación del Imperio. En el siglo XX se suceden los lideres al frente de los órganos de gobierno de la RFA (Adenauer, Brandt, Schmidt, ...). Todos ellos trabajaron pensando en recolocar Alemania en el escenario mundial y en los alemanes del este. Pero la dinámica mundial tras la guerra no les ayudó: Guerra Fría, Muro de Berlín, Primaveras del Este, ... Será Helmut Kohl, canciller de Alemania Occidental desde 1982 hasta 1998, el que podrá y logrará reunir todas las piezas.
Una apreciación final de Salvador de Madariaga (1955) y que resume la mentalidad alemana:
El rasgo principal de la lengua alemana es la predominancia del verbo "werden" (hacerse, convertirse). El hecho de que este verbo, que en otros idiomas tiene un uso limitado, en alemán tenga un significado casi universal, perfora el total de la lengua y del pensamiento con la más fluida de todas las ideas. Lo que constituye solamente una idea entre muchas para Inglaterra y Francia y no es nada para España, constituye para Alemania el centro de su pensar, así que ambos, la lengua y el pensar, asumen la corriente de un río.
Bibliografía
- Cremades, Javier; Wydra, Harald (1995): «El proceso de reunificación alemana: Consecuencias para Alemania y Europa» en Revista de Derecho Político, 40, 1995, págs. 57-86
- Fernández Díaz, Andrés: «Efectos económicos de la unificación alemana» en Cuadernos de Estrategia, 21, 1990, págs... 14-57
- Hidalgo, Carmen; Velasco, Iván (2018): «Tema2. Europa como construcción cultural. Territorios, fronteras e identidades culturales», en UAM.
- Madariaga, Salvador de: Porträt Europas, Stuttgart, Signum Taschanbucher, 1995, p.62-ss”
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