Europa, el colectivo LGBT+ y el matrimonio igualitario




Desde Safo de Lesbos hasta Shakespeare, Europa, su historia y su cultura se han visto marcados por el colectivo LGBT+ a pesar de la aparente invisibilización a la que se ha visto sometida esta comunidad. Famosos personajes de las diferentes culturas europeas son reconocidos homosexuales. Ejemplo de ello son Alejandro Magno, Julio César, Leonardo Da Vinci, Sandro Botticelli, o Piotr Tchaikovsky. En Grecia, las relaciones entre varones eran comunes, generalmente con una diferencia de edad considerable, siendo uno maestro y el otro aprendiz. En diversas ocasiones se ha hablado en estos términos de Sócrates, Platón y Aristóteles. Es triste, así, observar como en el s XXI el panorama es bastante diferente.

 ¿Cuál es la situación actual?

Aunque parezca mentira, las uniones entre personas del mismo sexo están tan solo aceptadas en 25 países en todo el mundo. De hecho, en muchos países los matrimonios entre personas del mismo sexo son anticonstitucionales (Moldavia, Lituania, Bulgaria,…) debido a la definición clásica de matrimonio como “unión de dos personas de diferente sexo”, justificado esto por la tradición católica que ha marcado Europa a lo largo de la historia y es uno de los pilares fundamentales de esta cultura, y por el hecho de la imposibilidad de procreación entre parejas del mismo sexo para la perpetuación de la especie; y el simple hecho de pertenecer al colectivo de forma expuesta es un delito y es castigado y penado a lo largo de muchos países del mundo. Centrándonos en Europa, Rusia es la principal potencia que condena la exposición pública de cualquier identidad u orientación sexual que no sea la heteronormativa. La tortura o la cadena perpetua son algunas de las condenas que se les aplica a los homosexuales llegando a extremos como lo acontecido en Chechenia, donde se han llegado a crear campos de concentración en los que se tortura y asesina a homosexuales, entregados en muchas ocasiones a las autoridades por sus propias familias. Un mínimo ejemplo de la homofobia en países como Rusia es la reciente publicación debido a la cercanía de las elecciones presidenciales rusas de un spot “cómico” que retrata una figurada estereotipada del homosexual como una amenaza para aquellos que no voten. En el vídeo aparece un hombre que no piensa participar en las elecciones y como consecuencia de ello tiene un sueño en el que, entre otras medidas, el gobierno ha implantado una ley que obliga a cada familia rusa a acoger en su casa durante una semana a un homosexual. 



A pesar de ser un asunto que afecta directa y únicamente a las personas pertenecientes al colectivo LGBT+, la cuestión de si el matrimonio homosexual debe ser legalizado o no ha sido sometida en múltiples ocasiones a la votación popular mediante un referéndum, de lo cual es ejemplo el realizado en Irlanda en 2015. El matrimonio homosexual en Europa es legal en tan solo 17 países: Países Bajos (2001), Bélgica (2003), España (2005), Noruega (2009), Suecia (2009), Portugal (2010), Islandia (2010), Dinamarca (2012), Francia (2013), Irlanda (2015), Luxemburgo (2015), , Reino Unido (2016) aunque no en Irlanda del Norte, en la cual si se aceptan las uniones civiles, Finlandia (2016), Alemania (2017), Malta (2017), Eslovenia (2017) y Austria (aprobado en 2017, pero con efectividad en 2019). 

También es cierto que otros países de Europa reconocen la unión civil entre personas del mismo sexo aunque el matrimonio homosexual no esté legalizado en estos Estados. Estos países son Italia, Suiza, República Checa, Hungría, Croacia, Estonia, Grecia y Chipre. Sin embargo muchos otros, a pesar de no haber legalizado el matrimonio homosexual, reconocen el derecho de adopción homoparental para dichas parejas de hecho. Una de las clásicas justificaciones de la derecha tradicional conservadora europea que apoya la prohibición de la adopción por parte de parejas homosexuales es, promovida por la homofobia, la creencia de que ser criado por homosexuales contribuye a la posible homosexualidad futura del niño. En palabras de Harvey Milk, activista y político estadounidense que es conocido por ser el primer hombre abiertamente homosexual en ocupar un cargo público en un organismo del gobierno americano en la década de los 70:

“Yo nací con unos padres heterosexuales y tuve profesores heterosexuales, en una sociedad ferozmente heterosexual… ¿Por qué entonces soy homosexual?”

Recientemente la Unión Europea ha promulgado una declaración por la cual todos los países miembros deben conceder al cónyuge de cualquier persona con permiso de residencia en cualquier país sin importar que dicho Estado no haya legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo para asegurar el derecho a la libertad de circulación internacional entre Estados miembros de la Unión. En 2010 se dio un caso en el que un hombre estadounidense que contrajo matrimonio con un ciudadano rumano en Bruselas pidió en 2012 a las autoridades rumanas que le expidieran los documentos necesarios para poder trabajar y residir de forma permanente en Rumanía. Obviamente, este hombre basó su argumentación en la política de libre circulación de la Unión Europea. La solicitud fue denegada con el argumento de que Rumanía no reconoce los matrimonios entre personas del mismo sexo. De ahí que la Unión Europea haya decidido apoyar la propuesta mencionada anteriormente.

Aunque la situación del colectivo en Europa es envidiable desde el punto de vista africano, por ejemplo, continente en el cual varios países condenan con la muerte el formar parte de este colectivo de manera abierta; y siendo los países europeos los que mayor grado de aceptación tienen – destacando España y Malta entre los demás por las diferentes políticas de protección, cambio de sexo, etc- se puede afirmar que la situación general de esta comunidad está todavía lejos de ser la óptima en nuestro continente. El matrimonio como tal debería de ser legalizado como mínimo en todos los Estados miembros de la UE, y se debería garantizar la protección de los derechos LGBT+. Sobra decir que es necesario que a nivel internacional se condenen los actos que acontecen en Rusia desde hace unos años, y la necesidad de respeto y fraternidad entre los ciudadanos europeos, haciendo caso omiso de la identidad y orientación sexual del otro. 



                                                                                                     Sergio García Ares, Jan Luca Nogal Ruiz



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